Ésta mañana ha estado dedicada a resolver asuntos y papeles, con todo, me ha sobrado un ratillo, y puesto que estaba cerca, he visitado el Prado. Aún no conocía más que por fuera la ampliación de los Jerónimos de Moneo, y he quedado gratamente sorprendido. A destacar el claustro y una exposición de tapicería de Willem Pannemaker.
La exposición consta de ocho tapices muy ricos en hilos metálicos, a los que se añaden abundantes hilos de plata dorada, que le dan relieve y esplendor. Destacan las cenefas o ribetes; desconozco cual es el término exacto.
Los ocho tapices intentan relatar libremente la metamórfosis de Ovidio, pero en éste caso centrándose en los amores de Mercurio y Herse. Lo más espectacular de estos tapices son la sensibilidad de las figuras mostradas, adquieren unos rasgos humanos de un increíble realismo. Había una antigua creencia de que el sentimiento amoroso se originada y alimentada a través de la vista o la mirada. Esto es muy palpable en las conseguidas expresiones de las figuras. Hay también una escena en la que Agluro es presa ya de la envidia, aquí personificada en una mujer consumida y envejecida que la envenena. La figura que representa la envidia está detrás de Agluro, permanece de pie y puede resultar de una desolación tremenda ver como se envenena la cara de Agluro.
Supongo que por azar el sábado pasado acabé en la Granja viendo también tapices. Ésta vez los de los Honores, la serie del Apocalipsis y el San Jerónimo en oración. Así que en menos de una semana he visto y gozado de unos tapices asombrosos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario